Magníficas vistas de Manzanres El Real, de las mejores de todo el trayecto. |
Último fin de semana de libertad ciclista de este verano,
esta vez con más tiempo para planificar y poder ir acompañado, así que preparo
un reto importante, una ruta larga y en constante subida, Madrid – Segovia por
el Camino de Santiago.
A las 8:20 salimos del barrio con dirección al monte de El
Pardo, buscamos la vía para llegar hasta Tres Cantos pisando lo menos posible
el carril bici pero sin intención de coger el rompepiernas que han construído
junto a la vía del AVE.
Empezamos el camino muy animados, somnolientos pero
animados, por nuestro camino habitual siguiendo las tuberías del Canal de
Isabel II, la verdad es que es un poco aburrido, pero no conviene gastar
fuerzas tan al principio aún a costa de perdernos nuestros senderos favoritos
por dentro de la tapia de el Pardo.
Llegamos hasta El Goloso, donde nos adelanta un grupo de
ciclistas que parece que seguirán nuestro mismo camino. Aquí es donde empieza
el rompepiernas y no sabemos otra alternativa que el carril bici, por suerte el
grupo que nos acaba de adelantar si la conoce, subimos la primera cuesta de la
pista del AVE e inmediatamente nos desviamos a un sendero sin dificultad pero
bastante más entretenido y asequible que la temida pista.
El descubrimiento de este sendero ha hecho que nuestro
camino hasta Tres Cantos sea bastante más fácil y entretenido de lo esperado,
así que sin pausa empezamos a seguir las flechas amarillas, que ya aparecen
aquí y que nos llevarán hasta Colmenar, entrando en el pueblo por la pista del
cementerio.
Una vez en el pueblo, aunque el GPS me manda por la
circunvalación, las flechas amarillas nos llevan hasta la puerta de la iglesia
haciéndonos rodar en dirección prohibida por una calle. Según mi compañero de
fatigas las flechas las ha pintado el del bar de la plaza.
Salimos del pueblo, ahora toca el camino hasta Manzanares El
Real, famoso por su castillo. La salida de colmenar es digamos que entretenida,
en algunas crónicas de gente que ha pasado por aquí lo denominan trialera, yo
no diría tanto, pero si tenemos que echar pie a tierra en algún punto concreto
del trayecto.
Pasado este tramo cogemos una pista bastante ancha pero con
un firme bastante incómodo, mucha arena y piedra suelta que además de frenar la
bicicleta hace que sea realmente incómodo circular.
Por si fuera poco, antes de llegar a Manzanares hay una cuesta arriba bastante
importante que nos hace tomarnos el primer descanso de la jornada, con
bocadillos, frutos secos y pasas incluidos. En este punto las vistas son muy
bonitas, puede que las mejores de la ruta, aunque esto quizá sea debido a que
todavía no voy muy cansado y puedo apreciarlas, cosa que no puedo decir de todo
el trayecto.
Ahora toca bajada hacia el pueblo y cogemos el camino que va
bordeando La Pedriza para llegar a Mataelpino, es sorprendente la cantidad de
flechas amarillas que hay, no me imaginaba que a 700 km de Santiago estuviera
ya todo marcado, no nos hace falta mirar el GPS en ningún momento.
En esta zona mis fuerzas empiezan a flaquear, ya no ruedo
tan fluido y empiezo a pensar que la subida a la Fuenfría puede ser muy dura.
En una praderita que encontramos paramos debajo de un árbol
a hacer lo que correspondería a la comida, bocadillo, almendras, pasas y un
membrillo de estos energéticos que venden en el Decathlon, desde luego hoy van
a tener trabajo extra si quiero llegar a Segovia.
Después del descanso, que si nos echamos la siesta, que si
seguimos, que si tenemos que llegar a Cercedilla igual, seguimos la ruta.
Completamos la subida y nos metemos en el pueblo. Grata sorpresa esta al
comprobar que es Navacerrada, ya no nos queda nada hasta el pie de puerto y por
la hora es posible que todavía lleguemos a coger el tren de Segovia, el
objetivo está ya cerca.
Antes de coger la carretera a Cercedilla nos toca un tramo
de empujabike pero de los de verdad, casi que carga bikemás que empujabike, voy
muy justito y esto es por seguir las flechas en vez de hacer caso por una vez a
los que han pasado primero por aquí, que seguro conocen el terreno mejor que
nosotros.
Sin ninguna dificultad llegamos a Cercedilla, parada para
que mi acompañante, que a estas horas ya va tirando de mi, se compre una barra
de pan y una napolitana que dice le sabe a gloria. A partir de aquí empiezan
los 13 kilómetros de subida ininterrumpida que llevan a la fuenfría, tercera vez este mes que me
enfrento a esta subida, pero hay una pequeña diferencia entre hacerlo nada más
bajar del tren y hacerlo después de 7 horas de pedaleo cuesta arriba casi de
continuo.
Ya en la primera fuente de la carretera, parada para
rellenar los bidones y algo más, porque voy vacío del todo, he pasado la
reserva y todo lo que tengamos por ahí dentro.
Seguimos para arriba, el ritmo es muy cansino, ni siquiera
puedo decir que me duela algo o vaya ahogado, nada, falta de fuerzas total.
Nos cruzamos con muchos endureros, este fin de semana hay
prueba del Open de España y hoy es jornada de reconocimiento, la verdad es que
verles bajar da gusto y envidia.
En la fuente pasada las Dehesas, nueva parada, con bocadillo
otra vez, nos vamos comiendo el margen para coger el tren y cada vez veo más
lejos el bajar a Segovia, a no ser que queramos llegar a casa a las 11 de la
noche.
Tras otra sesión de bocadillo, almendras y pasas y de ver
pasar tres grupos de descendedores, retomamos la subida. El ritmo ya es penoso,
yo creo que alguno andando me pasaría si no fuera porque a estas horas la gente
está dedicándose a comer mejor que a caminar o montar en bici.
Antes de terminar el tramo más complicado me bajo de la
bici, voy a hacer andando un rato y luego me monto y completo la subida. En la
ducha de los alemanes me monto otra vez en la bici al ver que la pendiente va
tomando unos porcentajes más asumibles, pero es solo un par de kilómetros, al
rato me vuelvo a bajar pensando en pasar andando el tramo complicado, pero mi
cuerpo ya me dice que complicados son todos.
Con esta lamentable estampa llego al mirador de Los Poetas,
donde otro grupo de endureros están mirando la salida del tramo 3 y pensando
quien empieza, prefiero ni mirarles, porque alguno me ha pasado cuando iba
todavía montado, a saber que estarán pensando, aunque si supieran que venimos
desde Madrid lo mismo cambiaban de opinión, pero no es mi problema.
Como la bajada del campeonato pasa por el mirados, bajamos
andando por miedo a que algún avión de los que se lo están pensando nos pase
por encima en el descenso. Nueva parada, ya con la certeza de que es el punto
de vuelta y asumiendo definitivamente y sin ningún resquemor que el reto de
llegar a Segovia quedará para otra ocasión.
Descanso ya sin prisas y bajada a la estación para coger el
tren, al que llegamos 1 minuto tarde, una lástima, ahora tendremos que tomarnos
unas cervezas mientras esperamos al siguiente, la verdad es que están ricas tan
fresquitas.
Y esto es todo, a partir de aquí la ruta es en tren, lo que
iba a ser un trayecto de dos horas desde Segovia se ha convertido en uno de una
hora desde Cercedilla.
Aunque en el momento y debido al cansancio no me ha dolido
lo más mínimo no llegar hasta donde debiera, con el paso de las horas la
espinita se está convirtiendo en un tronco que se ha quedado ahí clavado. El
curso que viene sin duda hay que mejorar el estado físico, ahora me queda
pensar cómo hacerlo, porque aumentar las rutas de bicicleta no es fácil, habrá
que plantearse ir a correr de forma regular y no 2 veces cada semestre.
La ruta me pareció bastante bonita, mejor de lo esperado, y
plenamente ciclable, altamente recomendable si estás en forma.