lunes, 24 de septiembre de 2012

Otra vez en El Pardo.


Después del verano y entre las excursiones largas y las vacaciones, la verdad es que llevaba ya casi 3 meses sin pisar mi circuito de mountain bike particular. Han sido 3 meses en los que he disfrutado de unas rutas con vistas magníficas, paisajes espectaculares y retos ciclistas en forma de puertos que tan solo hace un par de años no estaban a mi alcance pero que gracias a practicar regularmente y esforzarme un poco he pasado decentemente.
Aunque carece de largas subidas y sobre todo del verde que podemos encontrar en la sierra, no me cansaré de repetir que un sitio como El Pardo es un lujo para los amantes del ciclismo de montaña y que la gente que no conoce Madrid ni se imagina que puedas salir de casa montado en la bici y en 10 minutos estar rodando por un sitio así.
Esta era la segunda salida de la temporada, la primera fue la Casa de Campo la semana pasada, buen lugar para probar el estado de forma que nos ha dejado el verano y el mes de inactividad, pero ya viendo que el nivel era aceptable, decido darme una vuelta por estos montes que supongo que gracias a ser el coto de caza del rey permanecen prácticamente inalterados, al menos en cuanto a construcciones se refiere, permitiendo que podamos disfrutar en cualquier momento de algún sendero divertido y alguna bajada con cierta dificultad técnica (las hay bastante difíciles, pero no se bajarlas).
Como siempre, la entrada la hago junto a la tapia del campo de golf, que tiempos en los que esto era un descampado y algunos moteros podían practicar motocross, ahora desde luego es algo más bonito de ver, aunque a cambio no lo podemos disfrutar a no ser que juguemos al juego de los palitos. La cuesta es bastante importante, como calentamiento no está nada mal, y hace que me plantee el por qué me he levantado de la cama para montar en bici si podía estar durmiendo un rato más, pero el ansia por probar mis nuevos frenos XT recién puestecitos ha podido más que el sueño.
Al acabar la subida me duele hasta la cabeza, paso por la primera de las bajadas y solo de pensar en la subida posterior y el repecho final me hace desistir de tirarme por ella, ya habrá días para volver a probar si soy capaz de subir hasta arriba montado o el montículo final puede conmigo, hoy de momento he decidido no despertarle y dejaremos el tema para otro finde.
La que no perdono es la bajada de los peraltes, entre otras cosas porque no se otro sitio por donde bajar, así que me tiro por la cuesta para hacerle el primer examen a mis flamantes frenos, sabiendo, eso si, que las pastillas necesitan cierto rodaje para rendir, pero la sorpresa es mayúscula, esto frena de maravilla, una de dos, o antes llevaba una patata y cualquiera hubiera sido una maravilla a su lado, que es probable, o estos frenos son mejor todavía de lo que cuentan. No quiero ni pensar si en dos o tres días van a frenar todavía más y mejor que ahora.
El terreno está bastante roto, el verano ha pasado factura y aunque no ha habido tormentas fuertes como el año pasado, hay bastante arena suelta y sobre todo alguna zona con muchos baches, sobre todo el cuestón que hay un poco antes de cruzar la carretera, está lleno de surcos y roderas que hacen que casi tenga que poner pie a tierra. Por esta vez me ha librado, pero será un tónica general a lo largo de la mañana el poner pie a tierra.
Al llegar abajo del todo, la zona de arena de rio parece todavía más grande de lo habitual, aún así consigo subir el repecho posterior, así que no debe ser mucho más grande que antes del verano.
Ahora toca la zona de respiro entre los pinos antes de afrontar la subida más dura de las que conozco por aquí, poco antes de llegar a la gasolinera me desvío hacia la derecha y afronto la subida que me llevará hasta la fuente de Valpalomeros pasando por el poste de alta tensión y su terrible repecho. En algunas zonas la arena hace muy dura la subida y gracias a que antes del verano jubilé mi plato de 36 dientes y volví al de 32 he podido subir sin tener que poner el molinillo, lo bueno es que parece que voy dejando atrás el sueño y la verdad que me siento fuerte. Parada en la fuente, barrita de cereales y a por las bajadas buenas.
En la primera disfruto como un enano y me permite exprimir mis nuevos frenos al máximo, gozando con su suavidad y la poca fuerza que hay que hacer sobre las manetas para que la rueda se pare con la fuerza que desees en cada momento.
Esta cuesta me ha dejado junto a la valla que delimita la zona cerrada para el público. Aquí puedo observar un ciervo pastando tranquilamente, ya queda poco para la berrea durante la cual las estampas de ciervos son bastante abundantes en esta zona.
Subo la cuesta que va paralela a la valla y nuevamente me encuentro bastante bien, tampoco puedo decir si es que iba más despacio de lo habitual y por eso no me fatigo mucho, pero la cuesta final con las raíces la sorteo con más o menos facilidad sin tener que parar ahogado al llegar arriba como me ocurre otras veces.
Ahora toca la bajada por el mirador. Aquí empiezan los problemas. A media bajada hay una bifurcación que a pesar de haber tomado como cientos de veces, todavía no soy capaz de saber a dónde me lleva cada una de las dos opciones. Hoy cojo la izquierda y resulta ser la que tiene el tramo complicado al final. Otras veces no he tenido problemas, pero hoy hay mucho surco y a media bajada no se qué hago pero me veo rodando cuesta abajo, así que antes de hacer la croqueta suelto la bici y que ruede ella, que no tiene que sentarse en ningún sitio y se puede manchar.
Termino la bajada y afronto la subida por el lado izquierdo de la carretera, no me acordaba que esta subida se me hacía tan larga, no es que sea especialmente dura, pero siempre voy engañado pensando que es más corta de lo que realmente es, y eso machaca más que los porcentajes en algunas ocasiones.
Desde arriba, cruzo la carretera, voy a la fuente otra vez e inicio la bajada que me dejará junto al puente de la vía del tren. Aquí hay dos opciones, bueno, tres. Volver para casa sin subir, subir paralelo a la vía por un camino bastante duro y subir hacia el Palacio de la Quinta. Descarto las dos primeras, en el medio está la virtud, ni demasiada dureza ni volverse para casa. Empiezo la subida y veo otros 3 ciclistas que suben por la carretera y me van pasando. Como un crío me pico con ellos aprovechando que ellos no me ven y no puedo hacer el ridículo, lo que me lleva a que en un momento dado en vez de mirar el camino les miro a ellos y a rodar por el suelo. Esta vez no he podido abandonar a la burra, menos mal que iba cuesta arriba y despacio y no me hago nada.
Una vez en el bar, sigo la subida ya junto a la tapia camino a casa, es un tramo duro, por la pendiente y por las raíces y surcos, pero también lo paso aceptablemente.
Después de esta subida no me puedo ir para casa por fuera de la tapia, así que busco el club de tiro y bajo más o menos bordeándolo, con cuidado porque no sería la primera vez que me confundo de camino y termino viendo caer alrededor perdigones sueltos y hoy se oyen bastantes disparos, pero llego bien hasta abajo.
Desde aquí el camino es más o menos llano hasta llegar a la M40, la última subida para superar uno de los túneles bastante menos transitado que los días laborables y volver a la tapia del campo de golf.
Jornada concluida, termino contento por lo que me han gustado los frenos y sobre todo porque me he encontrado bastante bien. Últimamente estoy muy perezoso y me cuesta un montón ir a nadar, coger la bici y no digamos correr, que todavía no he ido desde hace más de 4 meses, pero las veces que me pruebo un poco curiosamente el rendimiento no es malo, así que lo de nadar parece estar dando sus frutos.
Un buen amigo se ha comprado bici y parece que está haciendo casi todos los fines de semana rutas bastante chulas, a ver si puedo acompañarle más de un día y este blog se enriquecerá con las experiencias.

Track de la ruta.

1 comentario:

  1. Lo primero, envidia... casi un año y medio sin pisar "la habitual"

    Lo segundo, bienvenido al maravilloso mundo de los XT... ;)

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